Los cuadros de Boyana Petkova son amor a primera vista. Llenan nuestros sentidos de una ternura similar a la que experimentamos al recibir los primeros rayos de sol al amanecer. El pincel de la joven artista recrea hábilmente la belleza y las heridas del alma humana al desnudo, el amor, la armonía y la paz, reflejados en la imagen de una mujer o de un niño. Este es su mundo. En sus cuadros no hay que buscar colores brillantes como naranja, amarillo o verde. En los rincones más recónditos del alma, ahí donde somos más sinceros y reales, el brillo se reduce al juego incansable de luces y sombras.

Intento expresarme de forma gráfica, con menos colores. No enfatizo tanto el momento de pintar, porque cuando pinto mi atención se centra completamente en el estado mental de la persona. Los propios colores como tono local están en segundo plano.  Construyo la imagen mediante la luz de los tonos brillantes de una misma gama, dice la artista.

Cuando tenía ocho años a Boyana Petkova le regalaron un cuaderno de bocetos y lápices, y así surgió la magia para ella. Estudió los secretos de la pintura y el arte en la Escuela Nacional de Bellas Artes "Ilia Petrov" y en la Academia Nacional de Bellas Artes. Y más tarde llegó el deseo de involucrar al espectador en su mundo. Buscó incansablemente, luchando por la perfección y desarrollando su propio estilo, fácilmente reconocible. Explica que le encanta pintar con acuarelas de una sola vez:

Eso lo permite la propia técnica. La acuarela es bastante impulsiva como medio de expresión. Y me he dado cuenta de que si paso más tiempo pintando, no por ello sale beneficiada la imagen. Solo huyo de la idea de la que partí, dice Boyana.

A menudo, en el lienzo frente a ella aparecen las imágenes de caballos galopando, frenéticamente atraídos hacia tierras salvajes e inexploradas, o una cabeza inclinada en un momento de ternura compartida. O músicos, series de mundos efímeros de notas... Eso no es casual. Según la artista, la música ocupa un lugar importante en su vida y le gusta crear los sonidos de Shostakovich, Tchaikovsky, Paco de Lucía... Una de las increíbles posibilidades del arte es hacer realidad los sueños, convertirnos en lo que queremos ser, pero no lo somos. Así aparecieron en la obra de Boyana Petkova las bailarinas: delicadas, sensuales y entregadas.

Desafortunadamente ya era mayor cuando surgió en mí el deseo de practicar ballet. Me dediqué a ello algún tiempo y tengo la intención de continuar haciéndolo, porque es una gran inspiración para mí. Me gusta ver producciones de ballet. Es un mundo tan increíblemente hermoso que me hace feliz poder plasmarlo. De hecho, es así como pasé a formar parte de este arte, explica Boyana.

La artista encuentra una fuente de inspiración en sus sentimientos, en lo bueno de la vida cotidiana, en el alegre bullicio de sus tres hijos y en la felicidad. La felicidad es lo más importante, hay que reconocerla cuando la tenemos y conservarla, asegura Boyana. Le preguntamos cómo se las arregla para complementar su papel de madre entregada con el de artista, porque sabemos que todo lo que amamos en este mundo tiene su precio. A menudo pinto de noche. Espero a estar sola, que no haya nadie alrededor, porque cuando creo me sumerjo en otro mundo. Supongo que este es el caso de los músicos y de quienes hacen actividades creativas en general. Todo lo que te distrae te baja al suelo, dice Boyana. Afirma también que en los próximos meses tiene previsto presentarse a sus admiradores bajo un nuevo prisma: con pinturas al óleo. Como dice Boyana Petkova, es una técnica completamente diferente que ofrece muchas más opciones de trabajo yde crear más despacio, meditando las cosas.

Versión en español por Marta Ros