Tras las tres rondas, celebras estos últimos días, de pruebas de mercado ,en conformidad con las exigencias de la UE, han mejorado sensiblemente las perspectivas ante la construcción en territorio búlgaro de un nuevo gasoducto con capacidad de 15 800 millones de metros cúbicos de gas al año. El primer ministro Boyko Borisov, quien desde hace tiempo tiene ambiciones de transformar a Bulgaria en insoslayable centro repartidor de gas en Europa ha llamado las obras “Corriente búlgara”. Se refiere a la continuación, por el territorio búlgaro, desde la frontera meridional del país hasta Serbia, al oeste, de la segunda tubería del gasoducto “Corriente turca”.
Tras haber sacado sus conclusiones por el fracaso, hace 5 años, del gigantesco proyecto “Corriente del Sur” que debería haber suministrado a través de Bulgaria más de 60 000 millones de metros cúbicos de gas ruso a Europa, ahora Bulgaria estima haber cumplido todo lo que la UE y los EE.UU. exigían con respecto al gasoducto, y que el proyecto cuenta con oportunidades efectivas de ser llevado a cabo y puesto en explotación a comienzos de 2020, tal y como lo promete Temenuzhka Petkova, ministra de Energía.
Los expertos opinan que la idea será materializada también porque, además de todas las otras cosas, beneficia a Serbia, el país aliado más importante de Rusia en los Balcanes. Ha ofrecido respaldo, si bien con algunas salvedades, también Maros Cevcovic, vicepresidente de la CE y comisario europeo de Unión por la Energía, según el cual “Si el gasoducto búlgaro vendiera gas ruso a Europa a través de un nuevo hub comercial por el que comercializara otro gas internacional-aparte del ruso-esto sería un desarrollo para celebrar”.
Sin esperar más la sociedad estatal de transportación de gas búlgara “Bulgartransgas”, inmediatamente después de recibir las solicitudes de reservación de volúmenes por parte de tres compañías: la rusa “Gazprom”, la búlgara “Bulgargas” y la suiza MET Group, ha anunciado que es inminente la firma de un contrato para las obras del tramo búlgaro del gasoducto, de 484 kilómetros de largo y con dos estaciones de compresores. El valor del proyecto asciende a 1 431 millones de euros, cuantía que debe encontrar e invertir la “Bulgartransgas”, la cual, para compensar estos gastos espera poder cobrar, cada año, en concepto de tasas por el tránsito del gas, unos 184 millones de euros durante un período de 20 años. Tampoco hay que descartar que los 3 000 millones de metros cúbicos de gas que Bulgaria tiene la intención de comprar para sus necesidades propias tendrán unos precios más ventajosos que los actuales , que les parecen demasiado elevados a los consumidores nacionales.
Bulgaria vislumbra asimismo en el nuevo gasoducto una buena oportunidad para la materialización del hub gasista europeo “Balcan”, en la costa del mar Negro, considerado de gran importancia tanto por las autoridades como por el propio primer ministro búlgaro. Este centro repartidor de gas debería convertirse en una peculiar bolsa internacional para el gas y también podría generar ingresos para el Estado búlgaro. Hasta ahora no estaba muy claro de dónde el hub en cuestión se surtiría de gas pero a estas alturas el cuadro ya se va clarificando y los contornos de la nueva instalaciones se van concretando.
Sin embargo, en el terreno de la Energía todo está sujeto, en última instancia, a intereses geopolíticos estratégicos, máxime cuando se trata de suministros de materias primas energéticas procedentes Rusia. Muy frecuentemente, por este motivo, no son las consideraciones económicas sino las políticas las que cobran protagonismo y las cuales no siempre coinciden con los intereses de Bulgaria. Ésta es , sin embargo, un país pequeño al que le resultaría muy difícil influir sobre las grandes potencias, de modo que no se debería descartar en absoluto la posibilidad de que estas potencias impidan la materialización del proyecto en el contexto de las actuales relaciones tensas entre Occidente y Rusia. El presidente ruso Vladimir Putin viene resaltando de manera reiterada que el porvenir del gasoducto “Corriente turca”- y, respectivamente, de la “Corriente búlgara”- será decidido por el hecho de si la UE deseará realmente permitir la circulación de gas ruso en los Balcanes por una nueva tubería. Para que esto ocurra, en Moscú se estarán dando muy clara cuenta de que la tubería rusa ha de ajustarse a las exigencias europeas en lo tocante al llamado tercer paquete energético de la UE el cual tiende a la liberalización de los mercados de gas.
Versión en español por Mijail Mijailov
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