El 1º de febrero se cumplen 137 años del natalicio de una de las figuras más significativas del arte búlgaro: Vladimir Dimitrov–El Maestro (1.02.1882–29.09.1960). El día de su natalicio se celebra como una verdadera fiesta por los vecinos de la aldea de Shíshkovtsi, en la región de Kyustendil (suroeste de Bulgaria). Precisamente allí, El Maestro creó una gran parte de su obra en el género del retrato y el paisaje, así como sus composiciones que reproducen escenas de la vida cotidiana de la aldea búlgara.
En Shíshkovtsi se encuentra la tumba del pintor, y los lugareños siguen venerándolo como la personalidad más importante y el modelo a seguir. Vladimir Dimitrov recibió su apodo de El Maestro cuando, de joven, trabajaba como escribano en el Tribunal de su ciudad natal, Kyustendil, porque solía usar esta palabra cuando trataba a sus compañeros de trabajo: “¡Buenas, maestro! ¡Qué bien lo has hecho, maestro!”
Vladimir Dimitrov–El Maestro participó en las dos guerras balkánicas –de 1912 y 1913– y en la Primera Guerra Mundial como pintor militar, haciendo cientos de bocetos de las tropas búlgaras. Reprodujo con sencillez y delicadeza las emociones en las trincheras y el día a día durante la guerra. Es el primer corresponsal militar oficial.
A pesar de haber creado en EE.UU., Estambul e Italia, y de haber visitado Londres, París, Bruselas, Dresde, Viena y otras ciudades europeas, El Maestro encontró su inspiración en el “huerto de Bulgaria”, como se le suele llamar a la región de Kyustendil, y creó sus obras maestras más importantes en Shíshkovtsi.
Llegó al pueblo en el otoño de 1924, invitado por un amigo. El artista se granjeó rápidamente la simpatía de los aldeanos, su amistad y confianza, y en el campo de este pueblo creó un arte de talla mundial. “Si en la Tierra existiera un paraíso, éste sería la comarca de Kyustendil, y su corazón sería la aldea de Shíshkovtsi”, escribió El Maestro en una epístola.
En el pueblo hay varios sitios relacionados con el nombre del artista, y el más visitado de éstos es la casa museo en la que vivió y trabajó. Allí se exhiben sus pertenencias personales, así como reproducciones de los cuadros más representativos de su obra.
Vaña Rízova es secretaria de la Casa de Cultura de Shíshkovtsi, que lleva el nombre de Vladimir Dimitrov–El Maestro. Dice que fue reconstruida bajo la UNESCO en 1982, cuando se celebró el centenario del natalicio del pintor.
Desde aquel aniversario han pasado 37 años, y la fecha de su nacimiento es, una vez más, la ocasión para conmemorarlo por todo lo alto en Shíshkovtsi –comenta Vaña Rízova– . Para todo el mundo en la aldea, Vladimir Dimitrov–El Maestro no es simplemente un ser humano y un artista, aquí él es un icono. La generación mayor, como también los jóvenes, lo respetan y lo quieren. Estamos orgullosos de que eligió a Shíshkovtsi y estamos orgullosos de vivir en este pueblo. Nuestro museo es filial de la Galería de Bellas Artes de Kyustendil pero nosotros decimos que aquí es más real porque el espíritu de El Maestro sigue vivo en la aldea y nos llena a todos con su energía. Y es que él era un hombre increíblemente generoso. Lamentablemente, ha pasado mucho tiempo y queda muy poca gente que lo recuerda. Hay una mujer de 83 años de edad que tenía unos 8 o 9 años, cuando le veía a El Maestro mientras pintaba.
Dice que era un hombre muy bueno, muy generoso, sensible y alegre. Solía regalar su ropa y dinero a los pobres. Es por eso que la gente decía que él era un dios para ellos.
El 1º de febrero, la celebración empieza por la mañana en la Galería de Kyustendil, donde hay una gran exposición de obras maestras originales del pintor, explica Vaña Rízova. Cada año en esta fecha de Sofía llegan artistas y conocedores del arte. También visitan la aldea de Shíshkovtsi, donde hacen ofrendas florales en el monumento al artista. Luego, toda la multitud se reúne en el patio de la casa museo.
Ahora exhibimos nuevas y mejores reproducciones de las obras de El Maestro –prosigue Vaña Rízova– . Procuramos seleccionar y exponer de la manera correcta todo lo relacionado con su nombre. Sólo quien no se haya asomado a la obra de El Maestro no puede apreciar lo que este hombre nos ha dado, a nosotros y a toda Bulgaria. El Maestro es nuestra riqueza. Es por eso que el 1º de febrero es día de fiesta en Shíshkovtsi. Ese día es la ocasión para recordar la bondad humana y la vida de El Maestro. Fue él quien nos dejó el legado de ser más generosos unos con otros, de amarnos y respetarnos mutuamente.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: kustendil.bg
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