Estos días, en relación con la aprobación en primera lectura por el Parlamento búlgaro del Presupuesto Público para 2019, Boiko Borisov, primer ministro de Bulgaria¸ manifestaba que Bulgaria no había estado nunca antes en forma tan excelente. La aseveración del primer ministro resulta más bien cierta si nos fiamos de los indicadores macroeconómicos como déficit presupuestario, tasa inflacionaria, deuda pública¸ crecimiento nominal de los sueldos, tasa de desempleo, entre otros. Por esta razón a algunos les puede resultar difícil explicarse la oleada de protestas que en los últimos días se ha ido apoderando de todo el país. No hay ciudad importante, carretera nacional o autopista que no estén siendo bloqueadas y cortadas a diario por ciudadanos descontentos. Estas manifestaciones, calificadas de espontáneamente organizadas a través de las redes sociales, han obtenido, empero, el respaldo de la oposición izquierdista.
Las reivindicaciones básicas son económicas de regusto político. Dicho a grosso modo, el búlgaro no desea seguir siendo el ciudadano de la UE peor pagado, ocupando un 52 % de la media de la calidad de vida en la UE, y se opone al aluvión de alzas de precios en los últimos meses, las cuales no auguran nada bueno para los ciudadanos en un futuro inmediato, concretamente durante el invierno. Es que la subida es la más palpable en los combustibles cuyos precios siguen las fluctuaciones internacionales, pero los sueldos y las rentas no son capaces de proporcionar el confort financiero característico para los países europeos desarrollados. Se han disparado los precios de la electricidad, el gas, los carburantes. Siguen siendo los más bajos en la UE pero ni siquiera esto puede ser motivo de consuelo para los búlgaros, ya que medio millón de ellos malviven con el salario mínimo interprofesional, que es de 260 euros mensuales. Y ni hablar de los jubilados, cuya pensión media ni llega a los 200 euros.
La ira de los búlgaros en protesta en todo el país no se reduce ni siquiera sobre el telón de fondo del aumento, a partir del próximo 1 de enero, en un 10 %, de los salarios en la Administración Pública, y el incremento, a partir del 1 de julio de 2019, en un 5,7 %, de todas las pensiones por vejez. Tampoco ha podido paliar el descontento la subida notable, con los próximos nuevos aumentos de los sueldos de los maestros de escuela. ”Simplemente queremos vivir de manera decente y no ser considerados como los parientes pobres de Europa”, resaltan los búlgaros en protesta sobre el telón de fondo de una economía nacional que, por lo demás, se desarrolla bien. Los ciudadanos se sienten cada vez más irritados por las declaraciones altaneras y despectivas de funcionarios de alto rango del partido gobernante GERB, de que toda persona tiene derecho a protestar. Y es que casi todos los días que pasan se producen alzas de los precios que alimentan aún más la creciente tasa inflacionaria que ronda el 4 % y se engullen las rentas de los consumidores. Han aumentado los impuestos que gravan los coches de segunda mano -el 90 % de los búlgaros conducen tales- está inminente el aumento del precio a pagar por el obligatorio seguro de Responsabilidad Civil, y la mayoría de los precios de los artículos de consumo han ido subiendo gradualmente sufriendo el impacto del alza de los precios de las materias primas energéticas. El encarecimiento de la factura de la calefacción central se volverá muy palpable en los meses de invierno.
En 2019, en forma paralela a las elecciones europeas, se celebrarán en Bulgaria comicios municipales. Si la tendencia al alza de los precios persistiera hasta entonces y el efecto de los próximos aumentos de los ingresos resultara insuficiente para un mejoramiento tangible de la calidad de vida, la coalición en el poder en Bulgaria podría tambalearse fuertemente. No hay que olvidar que el actual primer ministro Borisov ya tiene una experiencia amarga en este sentido, de la caída de su primer Ejecutivo en 2013, provocada por el descontento popular por el encarecimiento de la factura de la luz. Actualmente se encuentra en el poder su tercer Gobierno que no se cansa de repetir que tiene la firme intención de gobernar durante todo su mandato y que el aumento de los ingresos de la población forma uno de los pilares de su programa de gestión.
No se sabe si lo logrará, pero los búlgaros se van indignando cada vez más frente al hecho de que, en lo personal, no reciben nada sustancial como resultado de los indicadores macroeconómicos de Bulgaria, de por sí encomiables.
Versión en español por Mijail Mijailov
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