Cuando te reúnes con Verónica por primera vez, te da la impresión de que la conoces desde hace mucho tiempo, tal vez desde la infancia, cuando surgen las verdaderas amistades. Ella sabe cómo encontrar el camino hacia cualquiera y hacerle abrir su corazón, una cualidad rara y valiosa tanto en el periodismo como en la vida. La pasión de Verónica son las palabras: le gusta ordenarlas, mostrar a través de ellas imágenes, fotos, historias. No es casualidad que su vida en Bulgaria transcurriera bajo el signo del periodismo. Hace 7 años se instaló en Inglaterra con su marido, otro búlgaro que hace dos años había encontrado trabajo en ese país como farmacéutico. La vida de Verónica Lazarova tomó un nuevo rumbo. Como se suele decir, ¡bajo piedra quieta no fluye el agua! Verónicaadmite:

Ni siquiera he tratado de realizarme en Inglaterra como periodista. Durante unos 15 años trabajé en "168 horas", el mayor semanario en Bulgaria en esa época. Elaborábamos muchos artículos e investigaciones que no puedo hacer aquí porque mi nivel de inglés no es suficientemente alto. En los últimos tres años me he dedicado a un nuevo proyecto: Lifebites.bg, una revista online realizada por búlgaros de todo el mundo, para búlgaros y en búlgaro. Todavía existe, pero actualmente no trabajo activamente en ella.

Entre los temas de la revista se encuentra, naturalmente, el tema de los búlgaros en el extranjero. Verónica Lazarova explica cómo encajar y encontrar tu lugar en una sociedad extranjera:

La vida de cada uno de nosotros es diferente, igual que la vida de cada búlgaro en Bulgaria es diferente. Depende de en qué trabajes, cuál es tu carácter, si deseas adaptarte a la comunidad local… Mi marido y yo somos gente abierta, nos metimos rápidamente en el ambiente, tenemos muchos amigos y vivimos como nos gusta. Tenemos vida social, y nos adaptamos con éxito al entorno local. Pero esto se debe al hecho de que antes de quedarnos a vivir aquí hicimos un estudio. Durante su primer año de trabajo en Inglaterra, mi marido eligió entre lo que le ofrecían aquí y en Bulgaria.

Cuando el marido de Verónica comenzó a trabajar en Inglaterra, ella trató de repartir su vida entre los dos países, entre el periodismo y su marido. Entonces llegaron sus dos hijos, y luego su vida cambió de rumbo una vez más, impulsada por su pasión por la cocina italiana.

En un momento dado tuve que elegir entre volver a Sofía para continuar trabajando en “168 horas” o quedarme en Inglaterra con mi familia; elegí la familia. Entonces comencé el proyecto Lifebites.bg, que hice con mucho amor, pero seguí trabajando desde casa. En un momento me di cuenta de que tenía que salir porque con dos niños y trabajando desde casa me sentía prisionera. Quería encontrar un trabajo más físico. Quise ser pizzera, porque me encanta la cocina italiana, pero no funcionó. Entonces pensé que si yo fuera mi propia jefa me contrataría a mí misma, y se me ocurrió que si nadie me contrataba, la otra opción era contratarme a mí misma.

Veronica realizó dos cursos de pasta en Italia y abrió su propio restaurante de comida rápida en la pequeña ciudad inglesa donde vive. Ofrece pasta clásica pero también experimenta.

Al principio pensé que era muy fácil trabajar con la pasta fresca. Ahora me doy cuenta de que es como una mujer, fina, delicada y muy caprichosa, y debes tener mucho cuidado con ella. Pero es un desafío, porque nunca había hecho eso antes. En el equipo que he formado hay otras dos madres con las que trabé amistad y que también estaban buscando trabajo. Esbuenotrabajarconamigos.

Varias veces al año, Verónica coge un avión y regresa a Bulgaria.

Cada vez que vuelvo a Sofía veo cómo ha cambiado la ciudad, aunque hay problemas constantes con las obras y los atascos. Ha crecido y se ha convertido en toda una capital europea. Siempre recomiendo a los extranjeros a visitar Sofía, y siempre echaré de menos Bulgaria, especialmente a amigos y familiares, dice Veronica. Pero la verdad es que te acostumbras a la vida que te toca vivir y no tienes tiempo para lamentarte y sentir nostalgia. Hay que vivir el momento y disfrutar de la vida. Me acerco a los 40 años, y tal con los años soy más sabia. Intento ser más filosófica y no pensar en lo que echo de menos, sino en lo que tengo.

Versión en español por Marta Ros
Fotos: Archivo personal