Spirko Lazarovski es de la ciudad de Skopje, en la República de Macedonia, y con mucho afán y orgullo se dedica al estudio de la historia de los kanes y reyes búlgaros, el surgimiento del Estado búlgaro y cómo los orgullosos soberanos defendían, espada en mano, cada palmo de las tierras búlgaras. Según Spirko, hoy en día el ejemplo de los ancestros gloriosos es necesario más que nunca. Debemos recordar el legado del kan protobúlgaro Kubrat, que reza que somos fuertes sólo cuando estamos unidos. Es precisamente Kubrat una de las personalidades más dignas de la historia búlgara considera el joven de Skopie que luce la efigie del kan en la camiseta.
Al comienzo del nuevo año escolar, Spirko Lazarovski, junto con otros voluntarios, volverá a viajar por Bulgaria para regalar a los niños libros de historietas dedicados al legado de Kubrat.
La fundación que elegí apoyar recauda fondos para invertirlos en semejantes fines patrióticos –dice Spirko– . Por tercer año consecutivo organizamos una campaña y regalamos tebeos a cada alumno de tercer grado de primaria, porque es en tercer grado que los niños empiezan a tener clases de Patriotismo y a interesarse por la historia. Ha habido casos en los que hemos subido a aldeas serranas por un solo niño. Nos esforzamos por regalarle a cada niño el librito con el legado del kan Kubrat, porque contiene un mensaje excelente, y es que juntos triunfaremos en todo pero divididos difícilmente conseguiremos nuestros objetivos. Trabajamos por los niños porque son el futuro de Bulgaria y tenemos que despertar su interés en aprender más. Cuando la historia está en forma de cómic los niños se animan a explorar las imágenes y luego leen el texto que los acompaña. Así suscitamos su curiosidad, y también ayudamos a los maestros en su labor.
Spirko Lazarovski no nació en Bulgaria ni se graduó por una escuela búlgara. Habla el idioma sin ningún error; dice que se ha esforzado en ello principalmente por respeto a la gente con que se reúne y trabaja en Sofía.
Gracias al dominio del idioma puedo leer libros interesantes y familiarizarme más con la cultura, las tradiciones y los acontecimiento ocurridos en estas nuestras tierras búlgaras –prosigue Spirko– .
Soy de Macedonia, y desde 2003 resido en Bulgaria pero hay algo de lo que estoy consciente después de venir aquí. Puedo decir con seguridad que soy un sofiota porque vivo en esta ciudad, ella me importa y con mi trabajo contribuyo a que sea un lugar mejor. Ahora estoy en Bulgaria, no sé dónde estaré dentro de 10 años. No quiero volver al pasado, por eso diré que me gusta la política que se lleva a cabo actualmente entre Macedonia y Bulgaria. Veo el calentamiento en las relaciones entre los dos países y que eso incide positivamente en la vida de sus ciudadanos. La gente suele observar qué hacen los políticos y al ver que éstos mantienen buenas relaciones, que intercambian visitas y respetan las fiestas de sus respectivos pueblos, se siente más tranquila. Hay que mirar sólo hacia adelante y no mirar al pasado. En principio, los búlgaros y los macedonios no se diferencian ni en lo positivo ni en lo negativo. No me gusta el que en ambos países la gente se queja y espera que otro haga el trabajo por ella. Este año, con otros voluntarios de la fundación visitamos la ciudad de Celle di Bulgheria, en Italia, donde se cree que viven los herederos de los antiguos búlgaros. Tienen muchas características comunes con nuestra gente pero también son diferentes. En lo físico no se distinguen de los búlgaros, también son personas cálidas, les gusta el vino tinto, son hospitalarios pero me han llamado la atención otras características: son más organizados, más unidos y mejor educados que la gente aquí, en nuestro país. Esto me infunde la esperanza de que algún día seamos como ellos pero hay que esforzarse. Bulgaria es un país maravilloso, rico en sitios de interés histórico. Tenemos que invitar a más turistas para desarrollarnos mejor económicamente.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: Archivo personal
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