Desde tiempos inmemoriales las propiedades curativas de las hierbas en las tierras búlgaras eran conocidas a lo largo y ancho. De ellas sabían los tracios, al igual que los eslavos y los protobúlgaros. Leyendas, cuentos de hadas y canciones folklóricas cuentan sobre hierbas encantadas, recogidas por las jóvenes en la madrugada de Eniovden (en el calendario cristiano ortodoxo coincide con el Día de San Juan Bautista), la fiesta del sol y las plantas medicinales que se celebra el 24 de junio. Hoy en día los búlgaros suelen recurrir a tratamientos herbarios cuando las píldoras convencionales no ayudan. Entonces empiezan a desempolvar las ya olvidadas recetas de la abuela con la esperanza de deshacerse de las dolencias, o al menos aliviar los síntomas molestos que atosigan su vida diaria.
La variedad de hierbas es, precisamente, una de las riquezas de Bulgaria. Su número llega a 3.600, de las cuales más de 650 están en uso debido a sus propiedades medicinales. Más de 300 especies se recogen anualmente para ser empleadas por compañías farmacéuticas nacionales y extranjeras. Las condiciones climáticas y edáficas favorables hacen que las hierbas búlgaras sean unas de las más ricas en sustancias biológicamente activas. Contienen una amplia variedad de compuestos tales como vitaminas, enzimas, aceites esenciales, taninos, ácidos orgánicos, hormonas vegetales y sustancias inorgánicas que influyen en los procesos vitales en el organismo humano. Algunos de estos compuestos siguen siendo insuperables por su efecto por los fármacos de síntesis química.
A menudo la rica experiencia de la medicina tradicional búlgara es la base de agentes terapéuticos de plantas. Algunos medicamentos como, por ejemplo, la Nivalina, preparada a base del galanto o campanilla de invierno, propaga la fama de Bulgaria por el mundo. En el pasado la gente solía tratar la presión arterial alta con la ayuda de los geranios que crecen en el patio de cualquier casa búlgara.
Las hierbas que son más beneficiosas para nuestra salud son las que provienen de la región en que vivimos –dice el doctor Gueorgui Velev que desde hace años prepara productos de plantas medicinales de la naturaleza búlgara–. Es una idea que muchos comparten. Un número considerable de naturópatas antes que yo, y también una serie de expertos y fitoterapeutas han estado convencidos de ello. Nosotros, los humanos, nos adaptamos al aire, la humedad, el clima, la flora y la fauna del lugar donde vivimos. Por lo tanto es mucho menos probable que las plantas medicinales de otras latitudes geográficas tengan efecto tan beneficioso en nosotros como las plantas de nuestra propia región. Bulgaria es un país muy rico en hierbas medicinales. Muchas se utilizan para la prevención y para el tratamiento de enfermedades. En mi propia práctica hago uso, sobre todo, de las plantas de la familia de los geranios ya que sus hojas, tallos y raíces contienen una gran cantidad de sustancias valiosas. En el territorio de Bulgaria hay una abundancia de esta especie vegetal, especialmente el geranio sanguíneo que algunos confunden con el geranio perfumado que crece en los jardines. El sanguíneo crece en lo alto de las montañas, a altitudes por encima de 1.200 metros, y es muy rico en compuestos polifenólicos, esenciales para el organismo humano. En Bulgariala familia de las geraniáceas incluye 39 especies y cada una de ellas ha sido estudiada.
Según el Dr. Gueorgui Velev, las raíces de las plantas medicinales son las más ricas en sustancias biológicamente significativas. Cuando en el otoño las plantas completan su ciclo de vida, estas sustancias son absorbidas por las raíces, para conservarlas para cuando llegue la primavera cuando comenzará la vegetación.
El geranio sanguíneo debe su nombre precisamente a sus raíces, explica el Dr. Velev. Él redescubrió sus propiedades hace unos 20 años y está convencido de que esta planta medicinal es uno de los más potentes estimulantes inmunológicos.Sus raíces contienen compuestos que atacan y bloquean el efecto y la propagación del virus. Los antioxidantes por el otro lado interactúan con los radicales libres y de esta manera el organismo puede desprenderse de ellos.
Hemos constatado que los extractos de raíces de geranio sanguíneo tienen un poderoso efecto sobre el crecimiento de los linfocitos –explica el Dr. Velev–. Los linfocitos protegen el organismo de todo tipo de virus, bacterias e incluso de las células cancerosas.
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