La Comisión Europea nunca ha abrigado sentimientos especialmente cálidos respecto a Bulgaria. No por casualidad, a 10 años de su ingreso en la UE, este país continúa siendo supervisado y asesorado en lo tocante a la Justicia, el Interior y los parámetros socio-económicos. Con diferentes periodicidad se están confeccionando y haciendo públicos informes con las valoraciones de la Administración bruselense y las recomendaciones de la misma con vistas a la solución de los problemas en Bulgaria.
Un nuevo informe ha visto la luz estos días, en el marco del llamado Semestre Europeo. En este escrito se pasa revista y se hacen análisis y recomendaciones a los diferentes países miembros y se enfatiza en sus problemas pendientes en lo económico y lo social. Bulgaria forma parte de los doce países de la UE sujetos a un monitoreo especial.
A pesar de que en lo concerniente a Bulgaria se enfatiza en los aspectos negativos del desarrollo económico y social, el informe no omite indicar que Bulgaria ha logrado un crecimiento económico estable, superior al 3 %, y que, en su conjunto, ha tenido éxito en la solución de los problemas planteados en el informe para 2016 y ha atendido a las recomendaciones hechas en el mismo. Esto es especialmente válido para la Banca y las Finanzas, esferas en las que se ha registrado el progreso más notable. Es, igualmente, impresionante el reconocimiento de que Bulgaria ha logrado resultados inesperadamente buenos en la limitación de las emisiones de gases nocivos.
Los analistas de Bruselas otorgan especial atención a los desequilibrios persistentes en la economía y en la esfera social. Señalan en este sentido el endeudamiento considerable de las empresas y el todavía importante segmento de la economía sumergida. Se concede particular atención a la desigualdad social y se destaca en el análisis que los ingresos de la parte más rica de la población superan siete veces los de las capas más pobres. Tampoco ha sido pasado por alto el problema relacionado con la corrupción.
Tras reconocer parcialmente lo logrado en la economía y en el terreno social, los expertos de Bruselas arriban a la conclusión de que los problemas principales para Bulgaria residen en la vulnerabilidad del sector financiero como también en el endeudamiento interempresarial.
Es imposible, en este contexto crítico y sin entrar en detalles técnicos, evitar que surjan algunas preguntas que se han quedado al margen de la atención de los expertos europeos. ¿Cómo, en medio de la existencia de tantos desequilibrios y problemas pendientes de solución, la economía búlgara ha conseguido unos ritmos de crecimiento económico raramente vistos en la UE? Siendo tan graves los problemas en la esfera social, ¿cómo en 2016 se ha registrado un aumento del 10 % del salario medio nacional, y la tasa de desempleo ha bajado casi al mínimo sanitario de un 6 %, aproximadamente?
Las críticas, las objeciones y las recomendaciones son cosas útiles, y más todavía si son bienintencionadas, que es lo que cabe imaginar sobre las objeciones de Bruselas a un país miembro de la UE. Sin embargo, se pueden lanzar críticas siempre y con respecto a cualquier cosa, ya que no hay cosas ni personas perfectas. Más eficaces que los reproches pueden resultar los elogios merecidos y el énfasis en los éxitos y los logros reales porque actúan como motivación.
Todo esto, sin embargo, es de la incumbencia de la directiva política de la UE y excede de las fuerzas de unos colaboradores, analistas y expertos técnicos. El problema en este caso concreto es que este análisis sobre Bulgaria en el Semestre Europeo 2017 no es sólo pericial, sino que también presenta dimensiones políticas muy sustanciales puesto que es justo en base a tales análisis como los políticos europeos diseñan su política y su comportamiento con respecto a Bulgaria.
Versión en español por Mijail Mijailov
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