El Gobierno de Boyko Borisov ha aprobado en paquete la actualización del Presupuesto Público 2015, el Presupuesto Nacional para 2016 y las nuevas variantes de los presupuestos de la Asistencia Sanitaria y del Fondo de Pensiones para 2016.
Empecemos por el descalabro. Los cambios gubernamentales en el Presupuesto para 2015 son, de hecho, un reconocimiento de que ha fracasado una de las medidas restrictivas más polémicas del Ejecutivo que implicaba reducir en un 10 % los gastos en salarios para la Administración Pública. La medida fue fuertemente criticada como inoportuna e irrealista por todos lados ya en el momento de su aprobación el año pasado. Ahora, con los recursos complementariamente asignados a diferentes ministerios y otras entidades públicas se hace un intento de subsanar ese error que ni siquiera había sido implementada en todas partes. El Gobierno, en realidad, ha dado prueba de realismo y ha tomado en consideración la situación real.
Se merecen buenas palabras las intenciones del Gabinete Borisov de que las finanzas públicas dispongan en 2016 con mayores recursos para gastar los cuales provendrán de los ingresos más importantes a las arcas del Estado. Estos gastos públicos aumentan en mil millones de euros, en comparación con el año en curso. Por cierto, habrá déficit pero éste se va reduciendo lenta, pero con todo, perceptiblemente y esto permite que la deuda externa del país no llegue ni siquiera al nivel previsto por el Ministerio de finanzas en sus pronósticos macroeconómicos a mediano plazo.
¿Quién se quedaría como el más favorecido por las capacidades aumentadas para la financiación pública?
Se trata de una serie de proyectos de infraestructura como son las obras de construcción de autopistas, por ejemplo, pero también habrá otros agraciados por el Gabinete .Así, se concederán más recursos a la Sanidad, y es que los búlgaros seamos probablemente la nación más enferma de Europa y necesita urgentemente de una Sanidad mejor. Mayores recursos se concederán, asimismo, a las instituciones públicas para sueldos de sus funcionarios que no son de los empleados mejor retribuidos y así sus remuneraciones se retrasan mucho frente a los ingresos cobrados en el sector privado. También contará con recursos más cuantiosos el Fondo Nacional de Pensiones para el pago de pensiones y esto es lógico sobre el telón de fondo del envejecimiento de la población.
Despertaron una resistencia muy fuerte y unas encarnizadas polémicas las peticiones de los magistrados de contar con un presupuesto más cuantioso que permitiera aumentos salariales y mejor prevención frente a la corrupción y otras dependencias en el Poder Judicial. En última instancia, la Justicia ha recibido el dinero indispensable. Igual de contentos deberán sentirse los efectivos del ejército y los funcionarios de la Policía, para los cuales aumentan también los subsidios del Estado. Posiblemente, los militares podrán adquirir, por fin, nuevo armamento en sustitución de las ya obsoletas armas y equipos bélicos rusos. La Policía también llega a contar con la oportunidad de modernizarse y reformarse algo que, pese a las virulentas críticas, no consigue hacer hasta ahora so pretexto de que le faltan los recursos indispensables.
Esta generosidad puede ser calificada por algunos observadores más liberales como populismo y demagogia, pero la realidad es que tal generosidad no se traduce en nuevas deudas, ni en un aumento amenazante del déficit presupuestario. Aunque relativamente modesta, esta generosidad refleja la aspiración de mantener una estabilidad económica, política y social, algo que es indicativo, entre otras muchas cosas, de la seguridad de los actualmente gobernantes de que se encuentran en el camino correcto y que en éste no hay trampas latentes capaces de perturbar y estropear su serenidad.
Éstas son las intenciones del Gobierno con la aprobación del paquete de documentos financieros los cuales, para convertirse en leyes obligatorias, deberán ser sancionados por el Parlamento. En éste no deberían producirse sorpresas desagradables y, así, desde el punto de vista macroeconómico, el 2016 se perfila como un año relativamente tranquilo y bueno para los búlgaros.
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