Científicos, artistas, músicos y poetas forman parte del grupo de amigos que participan en el círculo llamado “Gracia y gravedad”. Sus encuentros se asemejan a un fenómeno espacial raro que se recuerda para siempre. Este año se han vuelto a reunir, de nuevo en Sofía, en el seno de la Casa Museo de Pancho Vladigerov, el renombrado compositor búlgaro de principios del siglo XX. El motivo es la tradicional fiesta de la cultura que se organiza en mayo por la universidad más antigua de Bulgaria, San Clemente de Ójrid.
La idea de la serie de encuentros titulada “Gracia y gravedad” no data de ayer. Tanto los científicos, como los poetas reconocen que se dejan llevar por la tentación de participar en dicho evento porque les brinda la oportunidad de presentarse ante dos tipos de público: versado y no versado en la materia.
“Cuando uno habla aportando hechos científicos y señala los descubrimientos realizados en el ámbito de la astronomía, el público no versado entiende solo parcialmente lo que se está explicando y el resto se lo termina construyendo en su imaginación”, afirma Petko Nedyalkov, jefe del Departamento de Astronomía de la Universidad de Sofía.
Cada año, el profesor Nedyalkov amplía el círculo de “Gracia y gravedad” invitando a nuevos participantes, en su mayoría músicos y poetas. Uno de los más jóvenes de ellos es Ilian Metev, conocido por ser el director del documental La última ambulancia de Sofía que obtuvo varias distinciones internacionales. A la cita del círculo “Gracia y gravedad” Ilian vino acompañado de su violín y sorprendió al público con una emocionante interpretación de la Sonata No. 5 “Primavera” de Ludwig Van Beethoven. El arte elevado provocó una discusión entre los profesores de astronomía presentes en la sala.
Ilian compartió con ellos los pensamientos más íntimos que afloraron a su mente al conocer la obra de Beethoven: “Hay un equilibrio perfecto entre intelecto y sentimientos en la música de Beethoven. Lo consigue mediante el uso de la dinámica y el ritmo, por ejemplo. En algunos fragmentos es como si dijese al intérprete “aquí no expreses todo sobre el sentimiento”. Así se producen matices finos cargados de creación e inspiración. Cuando toco el violín, es mi manera de comunicarme con el público. La música es el arte más puro que nos eleva por encima de los asuntos terrenales y nos acerca a las estrellas. Mi mejor éxito, indudablemente, son mis películas pero ellas carecen del contacto inmediato y emocional con el público. Cuando toco se produce un diálogo con la gente, incluso siento cómo el público influye en la entonación y modifica mi interpretación”.
Tras una breve discusión sobre la perfección de la música, la conversación en “Gracia y gravedad” se traslada al campo de la poesía. Allí el maestro de las rimas de Haskovo ,Raycho Rusev, cuyo apodo artístico es Rayson, se siente como pez en el agua. Con mucha modestia dice de sí mismo que no quiere ostentar el título de poeta, pero cuando se pone a recitar sus versos, todos lo escuchan absortos. Las palabras son como cuerpos de luz celestes, hacen falta mucho trabajo y perseverancia para que sean descifradas y ordenadas en el complicado sistema de la poesía. En líneas generales, en esto se traduce la filosofía de Rayson. Es criptógrafo y ha creado los códigos secretos para la protección de la información oficial de diferentes entidades. Le interesan los descubrimientos científicos en el ámbito de la astronomía y el trato con la gente del telescopio le llena de alegría e inspiración. Recientemente, en el concurso Poesía cerca de las estrellas, celebrado en la cima Rozhen situada en los Rodopes, recibió su primera distinción por su obra que logró conmover al público.
Aquí tenemos más de la filosofía de Rayson: “Mi amistad con los científicos partió de la poesía. Estoy agradecido por haber encontrado a esta gente. Ellos son grandes eruditos pero, al mismo tiempo, poseen corazones cálidos. Hay hechos de la astronomía cuya respuesta yo también busco. El universo es infinito y la humanidad, mediante sus telescopios y sondas, consigue ver solo 4 % de ese inmenso mundo. Somos demasiado pequeños pero en el universo, además de nosotros, existe otra mente, que solo nos insinúa su existencia. La inspiración no viene del cielo, es fruto de mucho trabajo y afán. Hay quienes dicen que la época en la que vivimos está privada de espiritualidad pero eso no es cierto. Hay gente buena y sabia pero, desgraciadamente, cedemos el paso a los de espíritu pobre. Me ha impresionado mucho una frase escrita en una vieja fuente en los Rodopes. Allí leí lo siguiente: “El diablo está sentado sobre el dinero” y me pregunto a quién hemos nombrado dueño de nuestro mundo. Me parece que al dinero. Y esto significa que hemos proclamado rey al propio diablo. Vale la pena reflexionar sobre esto, ¿verdad?”
Versión en español por Svetoslava Slavcheva
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