¡Olvídense del South Stream! Moscú (entiéndase Putin), puso fin a este proyecto de forma unilateral. Dejemos aparte el South Stream para ver cuál es la situación sin el proyecto. Prácticamente estamos en una fase muy dinámica.
Bruselas de pronto se animó y en la reunión de los ministros de Energía fue anunciado que la interconexión entre Bulgaria, Rumanía y Grecia es de alto grado de prioridad, incluso su financiación. Los tres países construirán un Corredor Gasístico Vertical que será una alternativa al South Stream y que suministrará anualmente de 3 a 5 mil millones de metros cúbicos de gas. Una de las fuentes está disponible, la terminal griega de gas licuado en Revitusa, que tiene una capacidad de 5 mil millones de metros cúbicos. La segunda fuente es el Gasoducto Transadriático que, a partir de 2019, transportará gas azerí del yacimiento Shah Deniz en el Mar Caspio, a Turquía, Bulgaria, Grecia, Albania e Italia. Así las cosas ya parecen más concretas.
¿Dónde está Bulgaria en este gambito gasístico de los Balcanes?
El gambito es una apertura de ajedrez en la cual se sacrifica un trebejo para conseguir una ventaja. El segundo jugador acepta o no el sacrificio. En el gambito gasístico, Bulgaria sacrifica en aras de las normas europeas del tercer paquete energético las ventajas (comprobadas o no) de la construcción del South Stream y del tránsito de gas a través de este gasoducto. Parece que el sacrificio es aceptado y que Bulgaria ya no está sola en la lucha por la independencia energética y la diversificación. Y esto no es todo.
Ahora, en Bulgaria se extraen unos 360 millones de metros cúbicos de gas de yacimientos pequeños, lo cual representa una décima parte de las necesidades anuales del país. En 2014, en Bulgaria se consideran comprobados yacimientos de unos 22 mil millones de metros cúbicos de gas al sur y al norte de la Cordillera de los Balcanes. El plan es que la extracción de estos yacimientos empiece a principios de 2015 y alcance 1.500 millones de metros cúbicos en 2016. Entonces, aunque con una producción modesta, Bulgaria podrá cubrir con recursos propios el 50 % de su también modesto consumo de 3 mil millones de metros cúbicos anuales.
En 2014, la OMV informó a sus accionistas que las reservas de gas en las aguas búlgaras del Mar Negro posiblemente alcancen unos 100 mil millones de metros cúbicos. Si se comprueban los yacimientos de estos 100 mil millones, de la OMV aseveran que la extracción podría empezar incluso en 2017.
¿Será esto lo que tiene en mente el primer ministro búlgaro, Boiko Borisov, al decir que un día Bulgaria podría incluso exportar gas?
En 2012, el Estado concederá licencia de 35 años a la compañía norteamericana Trans Atlantic Petroleum para la extracción de 10 mil millones de metros cúbicos de gas en el norte de Bulgaria que debía iniciarse en 2013, pero que no comenzó por culpa de los diputados búlgaros que, con la esquizofrenia en torno al esquisto, se “confundieron” y, prácticamente, impusieron embargo también a la extracción de gas convencional. Por cierto, entre tanto, la Alemania ecológica levantó su embargo sobre el gas de esquisto.
¿Por qué lo habrá hecho?
El tercer componente del puzle gasístico es el gas licuado, que en Bulgaria, debido al lobby ruso, es un tema tabú. No es que el gas que circula por los tubos no sea licuado. Sin embargo, los gasoductos son instalaciones a largo plazo que cuestan decenas de miles de millones. Algo muy atractivo, ¿verdad?
Se puede decir que las interconexiones son una posibilidad táctica de diversificación y relativa independencia energética. Si existen terminales de gas licuado, éste prácticamente puede ser suministrado desde fuentes de todo el mundo a precios de mercado, es decir, competitivos. Hemos mencionado la terminal griega de Revitusa. Hay una veintena de tales terminales en Europa con una capacidad anual de 210 mil millones de metros cúbicos, siendo el consumo europeo de unos 150 mil millones. Establecer una terminal de este tipo en el Mar Negro no tiene mucho sentido, ya que Turquía prohíbe el paso de buques que transportan gas natural licuado. Sin embargo, no limita el paso libre de los buques petroleros, como si estos no conllevaran riesgo.
Cabe preguntarnos una vez más, ¿por qué será?
Sin embargo, Kavala y Alexandroupolis en el mar Egeo se encuentran a unos cien kilómetros de la frontera búlgara. Si allí se construyen terminales conjuntas de este tipo será lo mismo que tenerlos en el Mar Negro. Entonces, el gas no costará 400 dólares los mil metro cúbicos, sino dos veces menos; además, tendrá un precio garantizado. De semejante desarrollo de esta situación tienen interés Bulgaria, Serbia y varios países más hasta llegar a Hungría y Eslovaquia. Así, el juego se va esclareciendo, como también el lugar de Bulgaria en él. Lo que falta es encontrar a alguien que participe en él por el interés de todos.
Versión en español por Vesela Petrova
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