El sistema de Justicia de Bulgaria ha dado muestra por qué necesita una reforma radical, por no decir drástica, que supondría, como quien dice, borrarlo todo y comenzar desde el principio. El pasado martes el Tribunal de la Ciudad de Sofía denegó la extradición a Moscú del empresario ruso Nikolai Kobliakov, quien tiene también nacionalidad francesa. Desde hace varios años Kobliakov reside en Francia y es co fundador de la ONG Russie – Liberté, que organiza protestas contra el presidente ruso Vladimir Putin. El empresario, defensor de los derechos humanos, fue detenido el 29 de julio de este año en el aeropuerto de Sofía por orden de Interpol a petición de Moscú. Se le imputa la apropiación indebida de 1 millón 200 mil euros mediante fraude.
En su primera audiencia sobre este asunto celebrada en el verano, el tribunal búlgaro resolvió pedir información complementaria a las autoridades rusas. La segunda y última audiencia el pasado día martes fue un auténtico vodevil. Ya antes de que se pronunciara el tribunal, el fiscal Valentin Kirilov retiró la petición de extradición y pronunció un monólogo que evocó en nuestra memoria la propaganda ideológica de tiempos del Telón de Acero. Olvidándose de que la Fiscalía búlgara había sostenido la tesis de la necesidad de extraditar a Kobliakov, el fiscal declaró, patético, que Rusia es un estado totalitario incapaz de garantizar un proceso justo. En sus palabras, la actividad política de Kobliakov contra Putin es algo bueno, pero de ser devuelto a Rusia, es posible que el empresario sea sometido a persecución. Surge la pregunta ¿le corresponde acaso a la justicia búlgara hacer calificaciones políticas de otros países y pronunciarse sobre la base de argumentos ideológicos?Para salvar las apariencias, el juez Desislav Lyubomirov se distanció del hablar político del fiscal, pero así y todo denegó la extradición de Kobliakov por el hecho de que los actos imputados al empresario por la parte rusa no son tipificados como delito en el Código Penal búlgaro.
Así, el desenlace semejó el de un culebrón holiwoodense. Kobliakov, salvado de las fuerzas del mal, expresó su agradecimiento al tribunal y al Ministerio Fiscal y declaró que se quedaba en Bulgaria para aportar al fortalecimiento de la democracia y los negocios de este país, tras lo cual solicitó asilo político al presidente búlgaro Rosen Plevneliev. La Administración Presidencial no ha dado aún su respuesta pero surge la pregunta ¿por qué Kobliakov no vuelve a su segunda patria, Francia? Las malas leguas dicen que el fraude por más de un millón de euros afecta a una compañía gala y que en Francia tanto la democracia como la Justicia y todo lo demás están bastante mejor que en Bulgaria.
La opinión del autor no es vinculante para Radio Bulgaria
Versión al español por Raina Petkova
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