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Sofía espera una normalización de la situación en Macedonia, país al que respalda con vistas a su acceso a la UE

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Foto: EPA/BGNES

Una vez más Sofía ha manifestado sus buenas intenciones y esperanzas sobre el desarrollo pacífico de la República de Macedonia y ha tendido una mano a Skopje tras la superación -ojalá haya sido así- de la crisis política en el vecino país. Tras meses de tensiones políticas, el presidente macedonio, Gjorge Ivanov, ha entregado, por fin, mandato para formar Gobierno a Zoran Zaev, líder de la Unión Socialdemócrata de Macedonia.

Boiko Borisov, primer ministro de Bulgaria, ha celebrado esta decisión, ha declarado que en ese país vive un pueblo cercano al búlgaro y ha comentado que a Sofía le beneficia que Macedonia sea país miembro de la UE. El premier búlgaro ha agregado que: Únicamente un Gobierno estable de Macedonia será capaz de apaciguar las pasiones políticas y entonces se deberá acometer el trabajo relacionado con la Hoja de ruta para su adhesión a la UE. El primer ministro búlgaro no omitió resaltar la presidencia búlgara del Consejo de la UE en el primer semestre de 2018, durante la cual, Sofía podría arrimar el hombro a Skopje con vistas al acceso del país a la UE, a condición de que La República de Macedonia haga su tarea en la misma forma en que Bulgaria lo hiciera diez años atrás.

La tarea, empero, presenta gran dificultad. Para no quedar suspendida, Macedonia deberá ponerse de acuerdo, en primer lugar, con Grecia, país miembro de la UE que cuestiona la legitimidad del nombre “Macedonia” y por tal razón pone su veto al ingreso de ese país en la UE. La semana pasada, a este respecto, Sofía también apoyó a Skopje con las palabras del presidente del Parlamento de Bulgaria, Dimitar Glavchev, quien manifestó que Bulgaria mantiene firmemente su apoyo a la República de Macedonia en lo tocante a su nombre. Glavchev hizo recordar que Bulgaria había sido el primer país en reconocer a Macedonia con este nombre tras la desintegración de Yugoslavia.

Hasta aquí, bien. Se espera que a corto plazo no se produzcan nuevas tensiones políticas ni étnicas -no lo quiera Dios- en Macedonia. Washington y Bruselas han hecho su trabajo, les han dado sendos tirones de orejas a los políticos macedonios y les han dicho que opten por una solución pacífica puesto que, de momento, no se prevé una nueva remodelación de fronteras en la península Balcánica.

A comienzos del nuevo milenio, Macedonia estuvo al borde de la guerra civil entre las dos comunidades étnicas: macedonios y albaneses. La crisis fue zanjada con el Acuerdo de Ohrid de 2001. Bulgaria estuvo trabajando a favor del mismo y continúa defendiéndolo incluso hoy. Según el documento, el idioma albanés podría ser usado en municipios macedonios con predominante población albanesa. Ahora, sin embargo, los partidos albaneses en Macedonia piden, prácticamente, la revisión de este acuerdo para que la lengua albanesa acceda a segunda lengua oficial al lado de la macedonia, etc. Esto queda por ver.

Skopje deberá, no obstante, encontrar solución para otro problema de peso, relacionado con Bulgaria. Las pretensiones macedonias de adueñarse de personalidades, fechas y acontecimientos de la historia búlgara, como también de hacer referencias a cierta población macedonia en Bulgaria, se han convertido en una obsesión para el Gobierno de Macedonia.

Sofía viene insistiendo desde hace años en que se firme un Tratado de Buena Vecindad entre los dos países, que disipe estas visiones quiméricas, pero hasta ahora no ha encontrado comprensión por parte de Macedonia. Las autoridades búlgaras respaldan el porvenir euroatlántico de Macedonia pero durante la gestión del primer Gabinete “Borisov” se negaron a fijar, y con razón, una fecha para el comienzo de las negociaciones entre Macedonia y la UE.

Según señala el historiador búlgaro Gueorgui Markov, entrevistado por la agencia BGNES: Bulgaria tiene relaciones especiales con la República de Macedonia, tal tipo de relaciones que existieron antaño entre los dos Estados alemanes tras la II Guerra Mundial. El historiador destaca que el llamado macedonismo ha sido creado sobre una base anti búlgara y hace recordar que en la Macedonia del Vardar -que es la actual República de Macedonia- viven búlgaros. Lamentablemente, allá han hecho el lavado de los cerebros de varias generaciones de esta población, dice Gueorgui Markov. Y concluye, con sabiduría: Debemos apoyar a nuestros hermanos en Macedonia y entenderlos porque ellos han cruzado por una terrible prueba. Nuestro apoyo, empero, no ha de ser incondicional. Este respaldo debería estar en función de condiciones relacionadas con la historia, la política y el derecho.

Versión en español por Mijail Mijailov



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